Secretos familiares
SECRETOS
FAMILIARES- Ari C.
-La separación de mis abuelos por trabajo y su hijo,
mi padre, de por medio.
-El asesinato a un tío de mi abuela paterna por accidente.
-La persecución de mi madre y mi abuela en Irán, su país
natal, por temas religiosos. Y el abandono del país por la guerra.
-El fallecimiento de las dos hermanas de mi abuela paterna a
temprana edad por enfermedad.
-El sueño mágico de mi madre en La Kaaba.
UNO A DESARROLLAR:
Mi abuela nació en un pequeño pueblo de Irán llamado Gorbe,
ubicado al norte y perteneciente a la región Kurda. Mi abuelo nació en
Uzbekistán, en la época que pertenecía a la Unión Soviética. Era militar y
viajó por muchos lados, entre ellos a Irán, donde conoció a mi abuela, se
casaron y dieron a luz a mi madre, en 1968. Ambos se hicieron bahá’ís con el
paso del tiempo.
En ese momento, en Irán había una fuerte persecución
religiosa y muchas guerras. En la actualidad sigue igual. Es un país donde el
clero musulmán, los mullah, poseen una posición política muy influyente y,
desde allí, ejercen un poder autoritario y dictatorial. Instalaron la religión
musulmana en Irán y otros países de Oriente, y cualquier religión nueva que
“amenazara” su poder e ideales era signo de peligro para ellos, y una razón
suficiente para matar. A lo largo de la historia han perseguido y martirizado a
incontables almas.
Mi abuelo, que era militar, se hizo bahá’í primero, y lo
tuvo que mantener oculto. Si alguien se enteraba de eso, peor aun teniendo en
cuenta su oficio, lo podían matar. De hecho, tuvo que escapar porque estaba en
una lista para ser asesinado. En su lugar, como no pudieron hacerlo, mataron a
su hermano, que no había hecho nada.
A mi abuela le ocurrió algo similar. Ella se hizo bahá’í a
través de un sueño. Soñó que visitaba una casa que tenía un naranjo en el
centro y unas escaleras que conducían hacia las habitaciones. Esta casa era la
Casa del Báb. El Báb es un mensajero de Dios, fundador de la fe Babí y quien
anunció la llegada de Bahá’u’lláh, el fundador de la Fe Bahá’í. El sueño era
muy real y se despertó impactada. Le pidió a su esposo que la llevara a la Casa
del Báb, que está en Irán, en la ciudad donde vivían, y lo hizo. Por supuesto
que era una actividad ilegal para los mullah. No se permitían peregrinajes
bahá’ís. En el medio de la noche de un miércoles, junto a su esposo y con la
ayuda de otros miembros de la comunidad, acompañaron a mi abuela a aquella
casa. Cuando llegó, notó que era exactamente igual que lo que había visto en el
sueño, entonces, emocionada, se declaró bahá’í. Sus hermanos no aceptaron esta
decisión y tuvo que enfrentar grandes disgustos con su familia. Pero, para su
sorpresa, un día de manera inesperada, su madre le dio la aprobación con
respecto a su decisión y los hermanos se tuvieron que tragar el enojo. Su
alegría fue inmensa.
Ella era funcionaria del gobierno, era abogada. También la
persiguieron y pudo escapar. Pero primero, ayudó a escapar a su hija. La mandó
en un avión a Alemania.
Mi mamá, nacida en el 68, nació en Mashad, al noreste de
Irán.
Me ha contado que, desde chica, en el colegio, las profesoras se encargaban de
hablar mal de los bahá’ís. Había una maestra que decía que ellos son gente que
aparenta ser buena y te invitan a su casa, pero cuando te sirven el té le ponen
veneno a tu taza. Ella se enojó y le dijo que no era así, que ella había
conocido muchos bahá’ís y eran personas muy buenas. En ese momento, mi mamá era
musulmana y conocía a la Fe Bahá’í. Y también por un sueño se abrazó a la Fe.
Su sueño fue mágico. De la Kaaba, el lugar más sagrado de
peregrinaje para los musulmanes, se desprendían escaleras. A través de ellas,
muchas personas se subían con destino a la parte superior del cubo. Y cuando
ella lo empezó a hacer, sintió la presencia del profeta Muhámmad, que al lado
de ella se encontraba subiendo las mismas escaleras. Ambos iban al mismo lugar.
Su presencia era imponente, y ella, de la vergüenza y el respeto hacia aquella
gloriosa figura que es Mahoma, no se atrevió siquiera a levantar la mirada.
Pero sabía que era él mismo, quien subía las escaleras de la Kaaba. Al llegar
al destino, la parte superior, se vio como el techo de aquel cubo se convertía
en un inmenso océano de luz.
El significado de este sueño, como lo interpretó ella —y muy
probablemente sea así—, refiere a que ese océano de luz es la Fe Bahá’í, la luz
de este día. E incluso el profeta Muhámmad, fundador de la fe islámica, estaba
sumergiéndose en este océano místico. Simbolizando el paso de dejar atrás los
sistemas religiosos del pasado y sumergirse en el océano de la nueva era.
Mi abuelo fue el primero en dejar Irán y vino a Mendoza,
Argentina. Mi abuela, junto a mi mamá, decidieron probar suerte en Alemania, donde
tenían familia. Allí vivieron unos meses y mi madre aprendió alemán en la
escuela. Luego, intentaron vivir en Estados Unidos, pero por un problema en la
visa no pudieron. Finalmente, decidieron ir a donde mi abuelo: Argentina.
Vivieron en Mendoza, aunque no los tres juntos, y conocieron a la comunidad
bahá’í de argentina. Allí mi mamá conoció a mi papá. Luego, mi mamá y posteriormente
mi abuela vinieron a Buenos Aires. Y mi abuelo falleció en 2007.
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